jueves, 11 de marzo de 2010

¿POR QUÉ UNOS CUERPOS FLOTAN EN EL AGUA Y OTROS NO?

Cualquier cuerpo sumergido en el agua, en parte o por completo, experimenta una fuerza que le empuja hacia arriba, fuerza (empuje) que es proporcional al peso del agua que el cuerpo está desalojando.

Este es el famoso teorema o principio de Arquímedes, a quien, según la leyenda, se le ocurrió cuando se estaba dando un baño; al comprobar cómo el agua se desbordaba de la bañera exclamó: “¡Eureka!” (“lo encontré”).

Dependiendo de cuánto pese el cuerpo, al echarlo al agua puede darse una de estas tres situaciones:

que se hunda y caiga al fondo, si el peso es mayor que el empuje;
que se hunda, pero sin llegar a irse al fondo, si el peso es igual al empuje;
que flote, quedando en parte por encima y en parte por debajo del nivel del agua, si el peso es menor que el empuje.

Si soltamos sobre la superficie del agua de una bañera un cubo de plomo, otro de acero, otro de hielo, otro de madera y otro de corcho, todos del mismo tamaño, observaremos que:

1. Los cubos de plomo y de acero se hunden y caen al fondo.

2. El cubito de hielo se queda flotando, con más parte por debajo que por encima del agua (es lo que sucede también con los icebergs).

3. El cubo de madera se queda flotando, mitad por encima y mitad por debajo del agua.

4. El cubo de corcho flota, sobresaliendo casi por completo del agua.

Así pues, queda claro que no todos los cuerpos se comportan igual: el corcho y la madera, que son materiales menos densos, y por tanto pesan menos que el agua, sí que flotan, mientras que el acero y el plomo, mucho más densos, y por tanto más pesados que el agua, se hunden en ella. El hielo es un poco menos denso que el agua líquida, por lo que flota, sobresaliendo sólo 1/10 de su volumen.

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